¿Cuál es tu visión del resultado de los careos del martes?
Todos los citados se mantuvieron en sus dichos, con lo cual lo que queda patente es lo que ya habíamos denunciado hace un año: la contradicción, incluso entre los propios policías, que no nos permite saber si realmente López pasó por allí o si fue todo un operativo armado para desviar la atención de la causa en ese momento. No olvidemos que cuando se planteó la cuestión de Atalaya se hizo dando a entender que Julio había pasado por allí voluntariamente, como si se hubiera escondido. Y era el momento en el cual todos los organismos y las organizaciones estábamos denunciando su secuestro. Nosotros además reclamábamos que se investigara a todos los policías nombrados por Julio en su declaración y obviamente a Etchecolatz y a su entorno. También decíamos que esto era imposible de hacer sin Policía bonaerense en actividad. La respuesta a esto es al día siguiente el operativo resonante en Atalaya, que por la forma en que fue hecho y sus resultados dejó bien claro que fue un operativo montado para la prensa. Respecto al tema del rastro, no hay elementos para decir que los perros no mientan, probablemente lo puedan haber identificado. La cuestión es si el rastro fue plantado o no.
¿Qué pedidos o medidas tomaron ustedes en relación a que es la Policía Bonaerense la que se investiga a sí misma?
En relación al tema de Atalaya lo que pedíamos era que de toda la reconstrucción no participara la Policía Bonaerense. Hay un absurdo grande en pensar que se van a investigar a sí mismos. Estamos en un punto de la investigación donde se corre el riesgo del archivo -cosa que nadie haría obviamente por la gravedad política que tendría-, pero es una investigación que está prácticamente frenada. Hay una cantidad de medidas de prueba que se piden a instancias de los querellantes, que estamos supliendo el rol de instrucción que le corresponde al Juez; con una Fiscalía ausente, que muchas veces rechaza por formalismos las medidas que solicitamos y después de ese filtro algunas llegan a quien las tiene que producir: la Policía. Y después la Policía produce lo que se le canta. El balance es que hay una resistencia absoluta por parte de todos los poderes del Estado a dar información y a llegar a la verdad, una falta de voluntad política.
¿Cuántos de los aportes qué han hecho ustedes como querella de pistas o de líneas de investigación están dormidos en la causa?
Casi todo. De los policías mencionados por López la investigación que se ha hecho ha sido formal. Y lo más importante es el paso del tiempo, porque cuando hay retaceo de las medidas de prueba una vez que te las otorgan meses después, la mayoría ya carecen de sentido.
¿Podemos decir que el marco común de lo que estás describiendo es la voluntad de impunidad absoluta por parte del Estado en relación a los crímenes del genocidio de la dictadura?
La impunidad siempre sobrevuela y también genera efectos simbólicos terribles. Es muy difícil un marco de juzgamiento a los represores con estos hechos presentes. No vamos a negar que durante el juicio a Von Wernich a veces uno estaba más pendiente de ver que no pasara nada, que pensando y concentrándonos realmente en lo que necesitábamos hacer. En definitiva, uno ve que la intención de todo esto a nivel social es generar la idea de que contra la impunidad no se puede. Tenemos que pelear para que esto no suceda. Pero López pasa a ser un símbolo también de las patas cortas de los discursos, mientras se llenan la boca reduciendo el concepto de derechos humanos a la idea de la memoria -que es lo que nos está pasando- desaparece López y se convierte en un símbolo de todo lo que no se hizo desde el fin de la dictadura hasta hoy. En concreto nadie se planteó en serio desmantelar el aparato represivo y nadie se lo planteó en serio en el caso específico de la Bonaerense. Y no se lo plantean porque el poder necesita de esos aparatos represivos, es una regla.