Recuerdos del futuro


ZANON: 7 AÑOS DE GESTIÓN OBRERA

Por Raúl Godoy

Hace 7 años, cuando la crisis capitalista tocaba fondo en la Argentina, al empresario Luis Zanon se le ocurrió que sus trabajadores debían pagar los platos rotos. Los obreros ceramistas habían templado sus músculos en duras huelgas, en la recuperación de la comisión interna y el sindicato regional. Zanon nunca imaginó que iba a recibir una respuesta que quedaría marcada para siempre en la historia del movimiento obrero. Como plantea Raúl Godoy, “de cara a lo que se viene, nuestra lucha en Zanon se resignifica. Son recuerdos del futuro. Hoy la crisis está empezando, y los trabajadores tenemos que prepararnos”. En estas páginas reflejamos la intervención de Raúl Godoy el 4 de septiembre en el seminario ‘Aula Zanon’ y las claves de la experiencia ceramista.

Soy Raul Godoy, trabajo hace 14 años en la fábrica. Cuando entré (...) yo ya era militante del PTS, y me dije: “va a pasar de todo en todos lados y acá en Zanon nunca se van a mover”. Porque uno entraba y había un parque automotor espectacular, los compañeros discutían el nuevo electrodoméstico que se iban a comprar. Cuando uno entraba se enteraba que apenas hacía un par de meses el sindicato había negociado productividad. Aparte de tener el supervisor, los jefes, el sindicato, tus mismos compañeros te venían a verduguear para que no se pare una máquina. Los contratados entrábamos con 4 contratos de 6 meses y no podías decir nunca que no a las horas extras. Entonces nos pasábamos 16 horas adentro de esa fábrica. Te quedaban 4 o 5 horas para vivir. Era difícil pensar en organizarse porque tu fuerza la resquebrajaban con el tema de la productividad y la competencia. En las líneas de producción te ponían un cartelito con el nombre del que hacía la producción ideal. O sea que el que llegaba a menos, medio que lo miraban mal… Era plena época del menemismo y neoliberalismo en todos lados.

De fútbol y juramentos

Lo que nos empezó a dar un poquito de aire fue cuando se dio el Cutralcazo. Empezamos a tratar de juntarnos afuera, porque adentro de la fábrica era casi imposible. Y empezó así el proceso, con Mario y Ramírez, que eran dos compañeros que tenían alguna experiencia gremial. Cuando arrancamos con la comisión interna teníamos una máquina de escribir Olivetti, que cuando hacíamos una nota para el Ministerio nos agujereaba la hoja.

Pero nosotros siempre le dijimos a los compañeros: “miren, esto no depende de cuatro personas, nosotros nos manejamos con la asamblea”. Es que si no tenés la fuerza de la base estás liquidado. Entonces hubo un trabajo de base muy profundo, que era recorrer máquina a máquina y los campeonatos de fútbol. A nosotros nos descontaban cada hora del trabajo gremial, y llegábamos a cobrar muy poco. Había también una desconfianza de si íbamos a aguantar, porque, históricamente cuanto los delegados más combativos eran, más plata te daba la empresa para irte. Entonces nosotros hicimos una especie de juramento básico. Era una empresa industrial, con la dictadura patronal que eso significa. Entonces también hicimos un par de propuestas y juramentos concretos a la asamblea. Dijimos: ningún delegado se va usando su chapa sindical. El delegado que se tenga que ir por cualquier razón renuncia a sus fueros y se va como cualquier laburante. Primera cosa. Segunda cuestión de programa: unidad dentro de la fábrica entre efectivos y contratados. Dijimos: igual trabajo, igual salario. Y era revolucionario plantearlo en ese momento que había un neoliberalismo total y primaba la tercerización.

La militancia y las asambleas

Apenas empezamos a decir estas cosas, la burocracia y la patronal empiezan con una campaña de macartismo. Llegaron a hacer pegatinas adentro de la fábrica con la hoz y el martillo. El único militante era yo, el resto eran todos compañeros independientes. Pero el problema para la burocracia era que empezábamos a levantar un programa de clase, que decía que la asamblea era el órgano máximo de dirección, que peleábamos por la unidad de las filas obreras. Cosas sencillas hoy, pero en ese momento era peor que el Manifiesto Comunista para muchos. Era terrible que un grupo de obreros empezara a decir que quería por igual trabajo igual salario, que el delegado tenía que laburar en la línea. Al principio había mucho resquemor respecto de los desocupados y los piqueteros, pero cuando nos empezó a tocar los compañeros abrazaron esa causa fuertísimo.

En la recuperación de la interna nos manejamos así: la forma de trabajar fue siempre con la asamblea y empezamos a buscar la coordinación. Otro de los puntos que caracterizó el trabajo profundo fue el no corporativismo. Eso también fue un debate, porque decían: “¿qué tenemos que ver con los docentes, los universitarios?”. Fue un laburo de siembra que permitió empezar a pensar que había que unirse con los estudiantes, que había que empezar a buscar a esos intelectuales que tuvieran el interés y que apostaran una ficha a los trabajadores de una fábrica. Por eso fue fundamental el trabajo militante, el mano a mano, el cuerpo a cuerpo, el valorar a cada compañero y compañera.

La libertad de tendencias

Fue fundamental que nos hayamos ido acoplando a los procesos que surgieron. Porque cuando se da Zanon no fue un rayo en cielo sereno. Fuimos parte de un proceso nacional en el que estuvieron también el movimiento piquetero, las asambleas populares y las fábricas recuperadas. Sino, dudo mucho que Zanon por sí sola hubiese hecho un proceso como el que hizo. Y no es un problema de humildad, pero uno es un engranaje dentro de un sistema y si estás peleando tenés que buscar alianzas y frentes.

La burocracia de los Montes y la empresa nos hicieron un gran favor con la campaña macartista contra los partidos de izquierda y contra mi militancia. Ya después, cuando atacaban a los partidos de izquierda, la mayoría de los compañeros de Zanon identificaba que ése era el lenguaje de la burocracia sindical. Entonces nos curábamos en salud. Aunque también están las críticas, todo bienvenido, parte de la democracia obrera real dentro de Zanon fue la libertad de tendencias, la libertad de pensamiento. Pudieron entrar compañeros del Polo Obrero, el MST, de Barrios de Pie, del MTD. Y todos fuimos recreando el debate, poniendo a prueba nuestras convicciones, fuimos creciendo todos y aprendimos muchísimo los militantes también.

La gestión obrera y el futuro de la clase trabajadora

Creo que la causa que abrazamos más y lo que nos une en Zanon en la gestión obrera es la independencia de clase y la democracia directa. Ésas fueron las bases que nos permitieron después una gestión obrera como la que estamos haciendo.

Si nosotros pensáramos que la gestión obrera en sí misma va a dar la solución a todos nuestros problemas nos hubiésemos equivocado. Nosotros entendemos que nuestra gestión es remar contra la corriente, lamentablemente nos vemos forzados a comprar y vender y comercializar. No es lo que queremos hacer: queremos la fábrica al servicio de la comunidad. Nos reconocemos como trabajadores que estamos en plena lucha.

Además, está siempre todo por hacer porque todavía se siguen muriendo 90 pibes de hambre por día en la Argentina, porque todavía hay millones de desocupados. Mientras eso siga así, no hay gestión obrera que ande bien. Sabemos que el destino nuestro está abrazado al destino del conjunto.

Después de 91 los no docentes tenemos voz y voto
 
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