Hay 4,3 millones de trabajadores “EN NEGRO”


La tasa de empleo no registrado continuó mostrando una tendencia descendente durante el primer trimestre de 2008. Sin embargo, en valores absolutos la cantidad de trabajadores no registrados se mantiene constante. Esto sugiere que los nuevos empleos que se crean son “en blanco”, pero no hay un proceso de conversión de los actuales empleos “en negro” hacia la registración. Esto indica que hay que implementar una reforma del sistema tributario y laboral que motorice un proceso  formalización de las pequeñas empresas que hoy operan en la informalidad.

El INDEC dio a conocer el porcentaje de asalariados no registrados correspondiente al primer trimestre de 2008. La tasa bajó al 37,3% desde el 41,6% del primer trimestre del año anterior. La caída es aún más significativa si se toma un periodo más extenso, por ejemplo, desde el 1º trimestre de 2005 cuando la tasa de empleo no registrado era de 47,5%. Esto implica una caída de 10,2 puntos porcentuales en 3 años. La reducción se dio en el marco de un intenso proceso de recuperación en el nivel de actividad económica y la fuerte “licuación” de costos laborales que trajo aparejada la devaluación.  

¿Se puede considerar que el problema del empleo no registrado, con sus dañinas secuelas sociales y económicas, está en vías de solución? 

Datos oficiales sobre el mercado del trabajo permiten arrojar luz sobre este interrogante. Aplicando las tasas de empleo publicadas por el INDEC a las estimaciones de población urbana del Ministerio de Economía se puede obtener el siguiente cuadro de situación:

·        Entre el 1º trimestre del 2005 y el 1º trimestre del 2008, la cantidad de asalariados urbanos creció desde 9,6 millones a 11,4 millones de personas.

·        De éstos, los asalariados registrados crecieron desde 5,3 millones a 7,2 millones de personas, o sea, casi 2 millones de nuevos trabajadores “en blanco”.

·        La cantidad de asalariados no registrados, en cambio, se mantuvo constante en el entorno de los 4,3 millones de personas durante todo el periodo.

Los datos muestran que la tasa de empleo no registrado ha disminuido porque creció el empleo registrado. En cambio, la cantidad de empleos no registrados se mantuvo constante. Esto implica que la caída en la tasa de empleo no registrado se produjo por el fuerte crecimiento en el empleo registrado, pero no se observa que haya indicios de que esté en marcha un proceso de formalización. Esto es, empresas que no cumplen con las normas, estén comenzando a regularizar la situación de contratación de sus trabajadores.

La persistencia del empleo informal, incluso en un contexto de fuerte recuperación económica y “licuación” de costos laborales, sólo se puede explicar por el hecho de que la informalidad está concentrada en las empresas pequeñas que, en general, contratan trabajadores de bajos niveles de calificación. Del total de empleo no registrado, sin considerar el servicio doméstico, el 49% trabaja en empresas con menos de 5 trabadores. Si se considera a las empresas con hasta 40 trabajadores aparece que en este segmento está el 86% del empleo asalariado “en negro”. Cuando se observa los niveles de calificación, el 62%, o sea 2 de cada 3 trabajadores no registrados, tienen un nivel educativo de secundaria incompleta o inferior.

La estrategia laboral oficial ha estado centrada en aumentar los controles y las penalizaciones sobre los empleadores. Entre el año 2005 y 2007, el presupuesto de la Policía del Trabajo se multiplicó tres veces y media, pasando de 85 mil a 125 mil empresas fiscalizadas. Este esfuerzo no parece ser suficiente para abordar en forma integral el problema, especialmente, cuando se considera que el grueso del empleo “en negro” se encuentra disperso en ciento de miles de pequeñas empresas, la mayoría operando con muy bajos niveles de productividad y con un alta fragilidad administrativa y financiera.

El desafío hacia el futuro es complejo debido a los cambios de contexto que se están produciendo. Por un lado, hay tendencias a una desaceleración del crecimiento en el nivel de actividad económica, aun suponiendo que se supere el conflicto con el campo. Por otro, el efecto de “licuación” de la devaluación está muy cerca de desaparece. Según el Ministerio de Economía, en marzo del 2008 el salario promedio de los trabajadores registrados se ubicó en el orden de los $2.600, mientras que en marzo del 2001 era de $950. Esto implica que en términos de dólares, el salario registrado ya tiene un nivel similar al que tenía antes de la devaluación. Mientras tanto otros costos laborales han aumentado, como por ejemplo los generados por una legislación laboral más rígida, mayores niveles de litigiosidad y aumento en las cargas sociales por incrementos de alícuotas, eliminación de topes e incorporación de contribuciones en los convenios colectivos.

Para preservar este importante crecimiento del empleo “en blanco” y abordar la formalización de las pequeñas empresas es fundamental una agenda más imaginativa y audaz. Esto implica que junto con el fortalecimiento de los controles resulta crucial repensar las normas tributarias y laborales desde la perspectiva de facilitar su cumplimiento teniendo en especial consideración a las pequeñas empresas.


Informe Nacional Nro 238 de IDESA 22/6/08 (www.idesa.org)

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