Paradójicamente el mismo día del estreno de este documental de Pino Solanas, el hartazgo de los pasajeros del FF.CC. Sarmiento terminaba en una revuelta, una expresión desordenada de odio. Este documental aporta reflexión para hacerlo más conciente. El film comienza definiendo que el transporte ferroviario (como la educación y la salud) es un servicio público; no debería generar ganancias ni rentas, sino brindar un servicio social. Con este enfoque recorre la historia, demostrando lo avanzado de la capacidad técnica de los ferroviarios y el rol que cumplía el FF.CC. en sus mejores momentos, integrando a las grandes ciudades con los pueblos del interior. Aunque sobreestima las nacionalizaciones de Perón, hace una excelente denuncia de las políticas de los distintos gobiernos que fueron abriéndole el camino a la destrucción práctica de la red ferroviaria y de muchos pueblos que dependían de ella. Desfilan personajes -responsables o cómplices- que transformaron esta destrucción en un negocio para grandes empresas constructoras y automotrices, ya que se orientó a reemplazar el transporte ferroviario por el automotor. Los golpes militares, Frondizi y el plan Larkin, los comienzos de la privatización con Alfonsín y Terragno, coronada por Menem-Cavallo, los diputados “ferroviarios” como Lorenzo Pepe que la votaron como ley, los beneficios a las concesionarias dadas por De La Rúa, Duhalde y sobre todo los Kirchner, campeones de la Patria Subsidiadora. Mención especial merece el rol de la burocracia de la Unión Ferroviaria de Pedraza y La Fraternidad de Maturano, cómplices del desguazamiento del sistema ferroviario, abandonando a miles de familias trabajadoras cuya vida giraba en torno al ferrocarril, a cambio de cargos y el manejo de jugosos negocios como el “Belgrano Cargas” al servicio de los Fortabat y las grandes cerealeras. Entre emotivos testimonios de trabajadores, ex empleados y antiguos usuarios del interior, hasta la risa que provocan las excusas de organismos estatales de control y funcionarios del Poder Judicial que garantizaron la impunidad, el film nunca aburre y es altamente recomendable porque invita a la reflexión de cómo y por qué suceden episodios como los de Haedo en 2005, Constitución o Merlo la semana pasada. Deja planteado al espectador pensar en la salida. De regreso a casa, debatimos sobre la nuestra. Con tantos enemigos (gobiernos, jueces, burócratas) los ferroviarios de La Bordó desde las bases somos orgullosos militantes por la estatización bajo administración obrera y de los usuarios populares.
Ferroviarios de la Bordo
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