Pablo Anino y Emiliano Trotta
Hace sólo unos días Cristina anunció estruendosamente el pago al Club de París. Inmediatamente, el gobierno de Bush emitió un comunicado donde celebraba el anuncio y exigía ir más allá: pagar a los holdouts, aquellos bonistas que no entraron al canje del 2005 diseñado por Néstor Kirchner y Lavagna. Este lunes con “entusiasmo y optimismo” en el “Council on Foreign Relations, donde se diseña la política exterior norteamericana”1, Cristina accedió a ese pedido. Más tarde saldría en pantalla gigante desde el mercado electrónico (el Nasdaq) en la capital mundial de las finanzas anunciando que la argentina volvía a “insertarse” en el mundo, a partir del reestablecimiento de los pagos a los holdouts (o “fondos buitres”) por medio de Deutsche Bank, Citibank y Barkleys, que orquestaron el megacanje con Cavallo, los dos primeros acusados de fraudes a sus depositantes durante el “corralito”. Más allá del nivel del descuento que se les aplique, los holdouts pasarán de tener papeles prácticamente sin ningún valor real ni liquidez a obtener títulos para negociar en el mercado financiero que incluso estarían atados al PBI. Pero el principal negociado será para la tríada de instituciones que son parte de las que están fuertemente cuestionadas, entrando en quiebra o siendo rescatadas. Es el caso de Barkleys que acaba de anunciar que toma posesión del quebrado Lehman Brothers. Comandar el canje les brindará suculentas comisiones. Además, pueden comprar anticipadamente títulos a bonistas individuales a un menor valor que la oferta final. Como si fuera poco pasarán a comandar el futuro endeudamiento del país a través del acuerdo de absorber colocaciones de bonos del gobierno en función del éxito del canje. A medida que se sucedían los desesperados rescates de los bancos en EE.UU. Cristina Kirchner, junto a todo tipo de economistas filo keynesianos, comenzaron a ufanarse del fracaso del neoliberalismo. Celebraban que el “modelo” K, que se presenta como una suerte de “neodesarrollismo del S. XXI”, habría quedado “desenganchado” de la crisis económica mundial. La recesión que se despliega a escala internacional no alcanzaría relevancia en Argentina por el escaso rol de las finanzas y la fortaleza de las reservas.
Esta visión alegre, que pretendía ocultar que la recesión no sería neutral para nuestro país en un marco de relaciones capitalistas mundializadas, se torno repentinamente en la necesidad de “insertarnos”. El gobierno ahora apunta todos sus cañones a conseguir financiamiento en un momento más complicado, buscando recomponer relaciones con los organismos internacionales de crédito. En este sentido, luego de anunciar la nueva oferta para los bonistas, el gobierno ya se encuentra negociando una nueva línea de créditos con el BID y el Banco Mundial. Es decir un mayor endeudamiento. Veamos algunas de las vías por las que se puede propagar la crisis mundial a la Argentina:
• Las condiciones extraordinarias para los precios de los productos primarios (soja, trigo, etc.) podrían anularse si se profundiza la recesión en EE.UU. Aunque los precios todavía se ubican por encima de los niveles del 2007, han cambiado su tendencia alcista por un sendero oscilante con jornadas donde se operan fuertes bajas.
• Brasil experimentó recientemente una retirada masiva de capitales a modo de corrida contra el Real luego del rescate estatal en Estados Unidos a Freddie Mac y Fannie Mae. Aunque la corrida fue contenida, significó un nuevo salto en la devaluación del Real, y mostró cómo los canales articuladores de la crisis mundial comienzan a afectar fuertemente economías que parecían “blindadas”. De desarrollarse este camino, seguramente las ventas de productos argentinos hacia ese destino se verán fuertemente afectados. Éstas constituyeron el 19% del total de las exportaciones de nuestro país en el año 2007.
• Argentina le vende a EE.UU. el 7% del total de sus exportaciones. Además, exporta hacia otros destinos que dependen fuertemente de la relación comercial con EE.UU., como China y Chile (9% y 7% de las exportaciones argentinas respectivamente).
• Entre la fuga de capitales durante el conflicto del campo y el futuro pago al Club de París las reservas habrán bajado a 40.000 millones de dólares en sólo 6 meses, una pérdida del 20%. La retracción de las reservas va a tornar cada vez más complicado el sostenimiento del precio del dólar mediante la intervención del Banco Central. Incluso, futuros pagos de deuda, corridas y fugas pueden erosionar rápidamente las reservas. Es más, ante la situación recesiva que asola la economía mundial, uno de los interrogantes es sobre el futuro del dólar como la principal moneda de los intercambios. Si se ingresa en un escenario de desvalorización del dólar las reservas del Banco Central perderán su poder de compra. Ante este escenario, cualquier nivel de reservas resultará inerte para la intervención estatal.
• La crisis financiera mundial ha afectado profundamente el crédito en las principales potencias. En un contexto de problemas crediticios generalizado es utópico pensar que fluyan ampliamente capitales hacia Argentina. Las ganancias que giran las multinacionales a sus casas centrales serán una carga cada vez más pesada sobre la balanza de pagos (el resultado de las divisas que entran y salen del país). El Banco Central subió en los últimos días la tasa de interés para intentar que los bancos retengan depósitos. Esta medida ha encarecido las futuras inversiones.
• Asimismo, la recesión impondrá bajas o nulas expectativas de ganancias a los capitalistas aminorando las inversiones. Un bajo nivel de inversiones se verá reforzado por la falta de crédito a nivel mundial. Esto resultará muy crítico en nuestro país donde la capacidad productiva disponible tiende a agotarse.
• La deuda externa actúa como un mecanismo de expoliación que permite la transferencia de riquezas al capital financiero y los países imperialistas. Mecanismo que se hará más ostensiblemente visible a medida que avance la crisis financiera mundial. En principio, el encarecimiento del crédito implicará condiciones más desventajosas para el endeudamiento. Más allá del discurso del desendeudamiento, la deuda aumentó desde el canje de 2005 un 16,4% y aumentará más con el reconocimiento de la deuda a los holdouts y la nueva emisión de deuda que comprarían los tres bancos que gestionan el nuevo canje.
Ante el avance de la crisis financiera y el reconocimiento de un escenario de recesión en Estados Unidos que comienza a desplegarse las perspectivas de la economía nacional son sombrías. En el escenario menos crítico, si la crisis internacional no se agudiza, se irá a una lenta desaceleración que en principio no afecte al conjunto de los sectores, sino sólo a aquellos más expuestos como los textiles y los pequeños empresarios que ya comenzaron a perder competitividad con el dólar en el nivel actual. Esto llevaría a despidos y ataques contra el salario. En el otro extremo, si la recesión mundial se torna más grave podría acelerar el agotamiento del “esquema” económico K, con una fuerte caída de los precios de las materias primas, una ruptura de los canales de financiamiento, una entrada en recesión de Brasil y/o una devaluación mayor del real. Aunque la situación está abierta, en el medio pueden aparecer una combinación de escenarios, como la coyuntura actual que estamos transitando de momento, en que la crisis financiera y la recesión en EE.UU. aceleran los tiempos del “enfriamiento” en la economía argentina.
En este sentido van los últimos movimientos del gobierno, que en su proyecto de presupuesto 2009 anticipa que buscará un superávit fiscal primario de 36.428 millones de pesos (3,27% del PBI) y una ampliación de las atribuciones del BCRA para poder pagar deuda externa echando mano a las reservas, todo ello al costo de mantener congelados los salarios del sector público.
Más allá de si finalmente logran patear una parte de los vencimientos de la deuda para más adelante, el pago al Club de París y la renegociación para los bonistas que no entraron al canje de 2005, forman parte de un vuelco más decidido del gobierno hacia el capital financiero ante un panorama más sombrío de la economía mundial y argentina para los próximos años.
Ante cualquiera de los escenarios los trabajadores tenemos que prepararnos para luchar contra los seguros intentos de descargar los costos de la recesión mundial y del “enfriamiento” de la economía argentina sobre nuestras espaldas.
1 “El discurso que esperaban escuchar en EE.UU.”, Clarín, 23/09/08.
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