Según un informe de Gallup la actitud de los superiores jerárquicos influye en la salud y producción de los empleados.
Así es. En una organización vertical, las órdenes de arriba llegan rápido, pero el de abajo no tiene cómo hacerse oír.
Hay jefes que te enferman, y no es una metáfora. Y, además, les cuestan caro a las empresas para las que trabajan. Según un estudio del Instituto Finlandés de Salud Laboral en el que se revisaron 27 investigaciones sobre maltrato laboral realizadas entre 1970 y 2005, los empleados que responden a un buen jefe tienen un 27% menos de riesgo de enfermar y un 46% menos de posibilidades de pedir licencia por discapacidad. Mientras que un sondeo de Gallup, determinó que los empleados mal dirigidos son un 50% menos productivos y un 44% menos rentables.
"Al maltrato de un jefe y sus consecuencias hay que pensarlo, en primer lugar, en el plano de una organización", dice Luis Antún, director del posgrado en Recursos Humanos de la UCA, quien describe una suerte de círculo vicioso: "En el mercado laboral actual hay una exigencia muy grande por lograr resultados, muchas veces las dotaciones de trabajadores son acotadas, esto trae tensión y conflictos en el clima por la sobreexigencia, lo que genera estrés en el empleado, el estrés lleva a enfermedades y a una baja de productividad y, por ende, a no lograr resultados esperados".
Pero, ¿por qué maltratan los que maltratan? ¿La presión es excusa suficiente? Elsa Wolfberg, de la Asociación Psicoanalítica Argentina, enumera algunas razones por las que un jefe maltrata: "Puede ser que se vea amenazado en su puesto por el buen rendimiento de su empleado, puede ser un modo encubierto para echar a una persona y a través del mobbing (maltrato laboral sostenido durante al menos seis meses) se denigra la autoestima del trabajador y se logra su renuncia, puede haber mal ambiente generalizado y la descarga recae en el empleado, puede carecer de habilidades para ser líder, entre otras razones".
María Adela Mondelli, consultora psicológica, completa: "Todos podemos maltratar en algún momento, la diferencia es que el maltratador que lo hace constantemente no siente culpa. En el caso del trabajo, se trata de una sucesión de hechos que aislados significan poco pero que se configuran en maltrato por lo sistemático: ningunear en una conversación, no dar tareas, pedir cosas que no se pueden cumplir son algunos ejemplos, que muchas veces tienen como consecuencia cuadros de depresión o dolencias físicas".
De acuerdo con una encuesta de la consultora Mobbing Research, el 36% de los trabajadores mandaría a su jefe a un psicólogo. "¡Sí!", coincide Mariana, que trabajaba en una revista y cuenta una de las tantas situaciones de maltrato que hoy la hacen reír pero que en su momento la llevaron al borde del colapso. "Tenía un editor muy malvado y controlador. Un día voy al baño y me suena el celular. Era él, que me dice: '¿Dónde estás? Hace más de cinco minutos que no te veo en tu escritorio'. Cuando le respondo que estoy en el baño, me dice: 'Bueno, empezá a venir con polleritas menos complicadas, no podés tardar tanto. Y la próxima vez, si te vas a ausentar, avisame".
El caso de Estela también tuvo como escenario un baño: "Hubo un tiempo en el que ganaba mis poquitos pesos esclavizándome en una casa de comidas rápidas, y tenía un jefe obsesivo. Me acuerdo de que una vez me tocó limpiar el baño y, después de darle un vistazo, el buen hombre me dio un balde, un cepillo y un tarro de un líquido que no era lavandina precisamente, y me dijo: 'Te falta lavar las rayitas de los azulejos del piso. Yo que vos, uso los guantes, porque vas a tener que limpiar con ácido'. Ése fue mi último día".
¿Qué hacer ante un jefe tirano sin perder el empleo? Modelli señala que uno de los principales problemas frente al maltrato es la falta de mecanismos para que el empleado pueda denunciarlo dentro de la empresa. "En una organización vertical, las órdenes de arriba llegan rápido pero el de abajo no tiene cómo hacerse escuchar", dice. A su vez, recomienda buscar ayuda terapéutica por fuera del ámbito laboral y evitar el comentario entre los compañeros: "Cuando en un grupo de trabajo hay un jefe maltratador, nadie quiere oponerse a él, al contrario, porque ser maltratado implica el riesgo de ser echado. De ahí que muchas veces entre compañeros se termine culpando al maltratado por todos los males".
Wolfberg advierte que en el ámbito público porteño, y en algunas provincias, existe una ley que protege a los empleados del maltrato laboral y que ya existen casos en los que se recurrió a ella. "Lo importante es no quedarse con los brazos cruzados y pedir ayuda, porque el maltrato, siempre, termina enfermando el cuerpo y la mente."
La inversa: jefes que la pasan mal
¿Un empleado puede maltratar a su jefe? Daniel Sidelski, psiquiatra, dice que es algo excepcional pero que, si se da, suele ser encubierto: "Se trata de un maltrato pasivo agresivo y consiste en poner palos en la rueda, retrasar las entregas, generar rumores. Sutilezas sin culpables a la vista. Esto sucede en el marco de una relación agresiva y ausencia de un liderazgo auténtico".
Cómo maté a ese cabrón
David Rotemberg y Demian Sterman, humoristas de Crítica de la Argentina, se preguntaron Cómo sobrevivir a un jefe hijo de puta y lanzaron un libro que brinda curiosas técnicas de supervivencia. La clave final, en caso de que los consejos no resulten, se explicita en el último capítulo: "Cómo matar a un jefe hijo de puta".
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