La critica situación de la economía mundial y los efectos del conflicto agropecuario, junto con los síntomas de agotamiento del “modelo” económico kirchnerista, vienen actuando en la profundización de la tendencia inflacionaria. El salario real de los trabajadores, es decir, la capacidad de comprar bienes y servicios, está siendo devorado desde la última parte del año 2007 por la suba de precios, incluso a pesar de los aumentos nominales de salarios, de los pesos que recibimos como sueldo.
En este marco, el aumento del salario mínimo de 982 a 1.240 pesos pautado por el gobierno, junto a las burocracias de la CGT y la CTA y las cúpulas empresarias, en el Concejo del Salario parece una broma de mal gusto. La variación en sí misma tiene un efecto casi nulo sobre la remuneración del conjunto de la clase trabajadora. Según señala la Sociedad de Estudios Laborales, el salario mínimo de convenio promedio en 70 actividades alcanza a $2.236, con pisos de $1.400 en algunas actividades. Por eso, el aumento del mínimo afecta apenas al 6% de los trabajadores registrados. Es más: Clarín llegó a afirmar que afecta sólo a un sector de los trabajadores textiles. Como vemos, una medida miserable. Al mismo tiempo se trata de un aumento del 26,5% en relación al salario mínimo previo de 982 pesos. Más aún, hace un año era de 800 pesos. Al validar este incremento, el gobierno reconoce en los hechos que los números de inflación difundidos por el Indec no reflejan ni por asomo la realidad.
Aunque Belén, el nuevo Secretario Adjunto de la CGT, reconozca que el incremento de precios “se desmadró”1, todos los aumentos pautados por las paritarias de este año -en su mayoría en el límite del 19% para todo el año- están muy por detrás de la suba de los precios. Para no sincerar esto mediante subas salariales acordes a la estampida de precios, la CGT corre detrás del gobierno en búsqueda de medidas parciales como el aumento del mínimo no imponible de ganancias o que aumente las asignaciones familiares para contener a algunos sectores de los trabajadores, antes de lo que se desmadre sea su control sobre la clase obrera2. Es que en lo que va del año, la canasta básica alimentaria, ha subido 13,6%3. Todos los análisis proyectan para todo el año, una inflación por encima del 24% y es muy probable que llegue hasta al 30%. Incluso en un escenario de menor suba de los precios, volverá a repetirse de manera aún más fuerte el escenario de finales del año 2007, donde a pesar de los aumentos salariales conseguidos, el salario real cayó, dado que el aumento de los precios minó su poder adquisitivo.
La canasta básica, por las nubes
Como mostramos en el gráfico de “Remuneración neta de los trabajadores registrados…”, los efectos de la inflación se reflejan en que no sólo el salario mínimo esta lejísimos de lo que cuesta la canasta de bienes que consume una familia tipo. También lo está el salario promedio del conjunto de los trabajadores, que incluso se encuentra distorsionado hacia arriba producto que en su cálculo son considerados remuneraciones a gerentes y altos cargos de las empresas. Mientras que el salario promedio de 2.189 pesos se ubica muy por debajo de los 3.800 pesos que estimaba la consultora Equis para el mes de mayo como valor de una canasta familiar promedio. Por eso los salarios no alcanzan, a pesar de los aumentos logrados.
Mientras tanto las burocracias sindicales ignoran al 40% de los trabajadores que se encuentra en situación límite, con salarios en negro que con suerte arañan el mínimo. Junto a los trabajadores rurales y domésticos no son afectados por el salario mínimo pues se encuentran o alcanzados por otro régimen o totalmente desamparados. Como vemos en el gráfico denominado “El trabajo en negro en los grandes aglomerado urbanos” la situación de trabajo en negro es extendida al conjunto de los aglomerados del país, siendo particularmente escandalosa en el noroeste donde el empleo no registrado se aproxima al 50%.
Los efectos de la crisis caen sobre los trabajadores
Los empresarios ven venir un escenario de reapertura de paritarias y abrieron el paraguas para poner límite a las aspiraciones de recomposición salarial. Buscarán aprovechar los efectos de la crisis con el campo, para mantener en el mínimo las nuevas subas de salarios. Ya el secretario general de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Vicente Lourenzo, afirmó que “si la demanda no se recompone y las ventas vuelven a estar en niveles bajos como los de junio, con caídas de entre 30 y 40%, no podemos hablar de subas salariales”4. La crisis es otra excusa, junto con el efecto inflacionario de las mejoras salariales, para no conceder aumentos.
En el marco de una crisis en ciernes, lo menos probable es que la demanda se recomponga. El fantasma de los despidos y suspensiones ha vuelto a sobrevolar las masas trabajadoras, las patronales se preparan para redoblar su resistencia a cualquier reclamo serio de recomposición salarial. Exhiben los balances empresarios, aduciendo que gracias a la suba de salarios y precios sus márgenes de ganancia se han estrechado. Pero los números conocidos esta semana muestran que la papelera e ingenio Ledesma ganó 11% más, la textil Alpargatas aumentó 9,2% y la cementera Minetti, un 18,3 por ciento. Sus ganancias aumentaron menos que su facturación, pero siguen en ascenso.
Mientras que durante los mejores tiempos de crecimiento económico, los trabajadores no lograron siquiera recuperar la posición económica que tenían en 2001, los primeros signos de crisis se dan en el marco de una caída en picada del poder adquisitivo producto de la inflación. La perspectiva para los trabajadores y sectores populares, es de luchas mucho más duras para frenar la erosión de los salarios, ya que el salario se ha transformado en una válvula de ajuste para sostener las ganancias en un escenario de costos en ascenso.
Salarios vs. ganancias
Mientras que los salarios reales todavía no han alcanzado los míseros niveles del peor momento de la crisis del año 2001, un puñado de 500 grandes empresas del país se apropiaron del 31% del total del valor producido por los trabajadores entre los años 2000 y 2006, mientras que una gran masa de alrededor de 550.000 trabajadores obtuvo en concepto de salarios sólo un 22%. Esta escandalosa desigualdad los capitalistas la lograron aumentando las tasas de explotación sobre los trabajadores llegando casi a duplicar lo que obtienen de ganancias por cada peso que pagan de salario1. A conclusiones similares en relación a la enorme desigualdad llega un economista semi-simpatizante del gobierno, Eduardo Basualdo, para el conjunto de la economía hasta el año 20072.
LVO
1 El estudio de las 500 grandes empresas se encuentra en: Paula Bach, “El salario relativo en la Argentina de la devaluación”. Lucha de Clases Nº 8. Junio de 2008.
2 Eduardo Basualdo, “La distribución del ingreso en la Argentina y sus condicionantes estructurales”, Memoria Anual 2008, Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Argentina.
1 “La nueva cúpula de la CGT llevó reclamos al jefe de Gabinete”, Clarín Digital del 11/08/08. Acto seguido agrega “de qué nos sirve sacar aumentos salariales de 25 por ciento si después la inflación va a estar por encima de esos valores…Es una responsabilidad neta del Gobierno que tendrá que tomar las medidas eficientes para frenar esta espiral inflacionaria”. Mientras tanto, de una verdadera lucha contra la carestía, ni hablar.
2 El aumento del mínimo no imponible de ganancias, sólo afectará a una pequeña parte de los asalariados que muchas veces cobran salarios algo más altos por realizar trabajos insalubres como en la explotación de minas o lugares alejados de las grandes urbes, o a los altos cargos de las empresas.
3 SEL, “Newsletter sobre la situación laboral y social de la Argentina”, Julio 2008.
4 El camino hacia los nuevos aumentos, Fortuna, nº 269, 25/07/08.
|