Los dirigentes de la CGT nos mandan “del trabajo a la casa”


El dirigente de la CGT Omar Viviani (taxistas) acaba de declarar por Radio 10 (su radio de cabecera) que “nosotros vamos a actuar como custodios del trabajo. Históricamente lo hemos hecho. Cuando en alguna actividad se registran despidos, comunicamos al Ministerio de Trabajo”.

Responde así al llamado de la presidenta Cristina Kirchner que, según los diarios, le pidió a los dirigentes de la CGT que “cuiden el empleo”. José Rodríguez del SMATA también había declarado la semana pasada que quería “estabilidad de tres años sin despidos”. Pero en las empresas automotrices, textiles, frigoríficos y la construcción los despidos ya comenzaron. Como le gusta decir al abogado de la CGT Héctor Recalde, las patronales “no son solidarias”. Pedirle “solidaridad” con los trabajadores a multinacionales como Renault o General Motor es como pedirle a Chiche Duhalde que defienda los derechos humanos. Las mismas patronales que vienen amasando ganancias en lo que denominaron un ciclo de crecimiento “histórico”, ahora, ante el inicio de una merma en sus negocios, promueven un claro programa para descargar las consecuencias sobre los trabajadores. Como denuncian con sus testimonios los trabajadores en este número de La Verdad Obrera arremeten con suspensiones con rebajas salariales, despidos y presionan para una nueva devaluación, es decir el hundimiento general de los salarios, las jubilaciones y el aumento de la pobreza.

Ante esto, los dirigentes de la CGT nos piden calma y que confiemos en sus negociaciones, que no nos movilicemos por lo nuestro. Pero el caso de Renault de Córdoba demuestra en que terminan las gestiones de estos dirigentes: cuando la patronal anunció que “necesitaba despedir 600 trabajadores”, la “gran negociación” que consiguió el SMATA de Omar Dragún fue arreglar el despido de 300. ¿Estos son los “custodios del empleo”? Vuelven a demostrar que así como postergan el reclamo de un aumento de emergencia, el famoso “bono de fin de año” que dejan para “el momento oportuno”, terminan negociando suspensiones que significan una quita del salario de hasta el 30% y hasta despidos para preservar las ganancias de los capitalistas. Con el viejo lema “de la casa al trabajo y del trabajo a la casa”, muchos terminarán quedándose en la casa.

Un caso distinto es de la General Motors de General Alvear (Santa Fe). Allí, los trabajadores realizaron asambleas y pararon ante el despido de un trabajador contratado, o el caso de los obreros de Emfer de la UOM de San Martín que con la lucha decidida en asamblea pararon los intentos de despidos y reclaman salario. Estos son los ejemplos que deben extenderse (ver pagina 4 y pagina 5).

Una política activa en los sindicatos

Las condiciones para el movimiento obrero han cambiado. Las ilusiones de ir recuperando gradualmente el salario y otras conquistas se chocan contra la amenaza de recesión económica en la que los capitalistas vuelven a aplicar las mismas fórmulas que en los 90.

Contra ellos necesitamos un programa para organizar corrientes combativas en los sindicatos y empresas, que sean capaces de agrupar a cientos y miles de compañeros que presenten una alternativa a la colaboración con la patronales que impulsan las cúpulas sindicales, empezando por plantarse y no aceptar ni despidos ni suspensiones en este inicio de la crisis.

Los trabajadores y trabajadoras del PTS llamamos a exigir la prohibición expresa, por ley, de los despidos. Pero no podemos esperar que desde el gobierno y su ministerio de Trabajo cumplan con esto cuando, en realidad, le otorgaron a las patronales la concesión del “despido barato” anulando la doble indemnización.

Lo mismo pasa con el reclamo salarial que no debemos resignar ante el chantaje empresario y la campaña de los dirigentes cegetistas de que “ahora hay que cuidar el empleo”, cosa que no hacen. Tenemos que pelear por la reapertura de las paritarias para discutir un salario que cubra la canasta familiar indexado según la inflación, terminar con el trabajo en negro y todas las cláusulas de flexibilización esclavista.

Nuestra alternativa ante la baja de la producción con la que intentan justificar despidos y suspensiones es muy sencilla: que se repartan las horas de trabajo entre todos, manteniendo el mismo salario que por las 8 horas porque no somos los causantes de su crisis. Y si cierran o despiden masivamente hay que ocupar y poner bajo control obrero, como en Zanon.

En la industria de la construcción, donde ya se perdieron 60 mil puestos de trabajo, debemos exigir que los sindicatos encabecen una lucha nacional por un verdadero plan de obras públicas, viviendas, escuelas y hospitales controlado por las organizaciones obreras junto a los movimientos de desocupados, financiado mediante impuestos a las grandes fortunas y no con los fondos de los aportes jubilatorios. Nada de esto es posible sino a través de una dura lucha, y mediante la promoción de nuevos delegados de base y comisiones internas combativas que luchen para que los grandes sindicatos se transformen en verdaderas herramientas de toda la clase trabajadora para pelear por lo nuestro.

LVO - José Montes

 
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