El genocidio en el COMAHUE
 
El juicio que se lleva adelante contra 8 genocidas en Neuquén revela muy importantes elementos para comprender la dimensión y los objetivos que tuvo la dictadura. El objetivo de imponer un plan económico que atacara las conquistas obreras y populares debía ir acompañado del aniquilamiento y destrucción de todo lo que fuera un obstáculo en este camino. Uno de esos obstáculos fueron los integrantes de la comunidad universitaria. Docentes, trabajadores no docentes y estudiantes de la Universidad Nacional del Comahue fueron secuestrados, torturados y algunos desparecidos.
Al igual que en el resto del país, las Universidades debían dejar de ser la usina de los Cordobazos, del debate de ideas revolu-cionarias, del germen de la militancia, de la unión obrero-estudiantil.
Para ello, la triple A se instaló en la misma sede de la Universidad Nacional del Comahue, cesanteó a decenas de profesores y persiguió a estudiantes y no docentes.
Lamentablemente, por la política de juzgar por tramos, a algunos genocidas por algunos casos, puede perderse la dimensión del rol de la dictadura en la UNCo. Sólo el caso de Francisco Ledesma, no docente de esta Universidad, está siendo juzgado en el juicio oral. Pero en el ámbito universitario, los primeros meses del golpe genocida, también fueron secuestradas/os :
 
Mirta Tronelli, que era estudiante de Servicio Social en la UNCo, que permanece desaparecida.
 
Cecilia Vecchi, que estudiaba Servicio Social en la UNCo, y aun permanece desaparecida.
 
Arlene Seguel, era estudiante de Servicio Social de la UNCo, permanece desaparecida.
 
Susana Mujica, era docente de la carrera de Servicio Social en la UNCo y permanece desaparecida.
 
Marta De Cea, fue docente de la UNCo y fue cesanteada por la Intervención de Remus Tetu, fue torturada en La Escuelita de Neuquén.
 
Élida Sifuentes, era estudiante de Servicio Social y empleada de la UNCo, fue trasladada a la Escuelita de Bahía Blanca
 
Gladis Sepúlveda, era personal no docente de la UNCo y estudiante de Servicio Social, fue trasladada a la Escuelita de Bahía Blanca.
 
Nora Rivera, era estudiante de la UNCo, fue trasladada a la Escuelita de Bahía Blanca.
 
Silvia Barco, era docente en la UNCo, fue mantenida en arresto domiciliario y su marido Norberto Blanco secuestrado y llevado a La Escuelita.
 
Francisco Ledesma, fue coordinador de la Juventud de Trabajadores Peronistas (JTP) y trabajador no docente de la UNCo.
 
Cristina Bottinelli, era docente de la UNCo y fue trasladada a la Escuelita de Neuquén
 
¿Por qué este sector fue uno de los más atacados por la dictadura? No cabe dudas que la dictadura buscó no sólo romper los lazos de solidaridad y desarticular la organización y la militancia, sino también imponer la ideología de los genocidas. Imponer la “occidentalidad cristiana”, destruir el pensamiento, destruir las ideas.

En la Directivas 504/77 del mismo Ejército, podemos ver un anexo que específicamente trata “el ámbito educacional” y que afirma: “El ámbito educacional ha sido objeto, por parte de la subversión de una creciente infiltración y captación ideológica en todos los niveles de enseñanza, con la finalidad de formar futuras clases dirigentes de país y cuadros de sus organizaciones político –militares (…) El accionar subversivo en este ámbito se lleva a cabo fundamentalmente a través de : Personal directivo, docentes y no docentes, ideológicamente captados, que a través de decisiones, cátedras o charlas informales, difunden ideologías subversivas” por eso para los genocidas era una “Misión“erradicar la subversión en sus distintas manifestaciones y promover el desarrollo, divulgación y consolidación de los valores éticos, morales, espirituales e históricos como modo de reafirmar la esencia del ser nacional”. Para ello “La acción señalada será complementada por una intensa actividad de inteligencia y operacional, destinada a separar a elementos subversivos del ámbito, en lo posible por medio de la autoridad educacional natural y/o proporcionar seguridad al personal e instalaciones que lo requieran

El método fue la desaparición, la tortura y la muerte, para “erradicar” el pensamiento revolucionario. Por ello no se atacó de manera indiscriminada a “todo el que pensaba diferente” como afirma gran parte de la población, sino que era direccionado contra los que estaban convencidos, que tenían ideología, que pensaban que había que cambiar esa sociedad de raíz, los que iban a resistir el plan genocida, contra las ideas que expresaban la radicalización política que se vivía durante aquel ascenso obrero.
Pero aún arrancándonos una hermosa generación, con la desaparición y la muerte, lo único que no pudieron destruir fueron las ideas. Hoy vigentes en las mismas aulas de la Universidad, en el movimiento universitario, en los que siguen esa lucha. En palabras de Silvia Barco, fundadora del Centro de Estudiantes de Ciencias de la Educación, cuando afirmó en el juicio: “ Lo nuestro era pensar, era debatir; apasionarnos por la idea del derecho a construir un mundo solidario para todos y para todas La desaparición, la tortura de aquellas cuyo ‘delito’ fue pensar que es posible un mundo de dignidad para todos, a ellos había que destruirlos, para tener un presente, con jóvenes renunciando a la esperanza de un futuro mejor, sin autoestima, con pobreza, donde es imposible pensar la utopía de un mundo de igualdad y dignidad para todos. Esto nos paso y nos sigue pasando. Está en la memoria, en el cuerpo (…) Había que terminar con una mayoría de dirigentes sociales que tenían pasión por pensar que una sociedad diferente era posible, para eso había que generar la muerte, tirar de los aviones, torturar y si uno quedara vivo dejarlo con la marca de mirarse a sí mismo, nos condenaron a mirarnos a nosotros mismos, pero quiero decir que no lo lograron”

 

Después de 91 los no docentes tenemos voz y voto
 
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