¿Por qué hay que expropiar Zanon?


Un poco de historia

Hace 7 años atrás, en octubre del 2001 y con el pretexto de la crisis económica, la familia Zanon orquestó un lock out patronal e intentó cerrar una de las fábricas de cerámicos más grande y moderna del país y Latinoamérica.
Los trabajadores y las trabajadoras ceramistas impidieron esta maniobra ocupando la planta y, unos meses más tarde -en febrero del 2002-, decidieron en asamblea ponerla en producción bajo su propio control para mantenerla abierta, conservar los puestos de trabajo y evitar caer en la desocupación. Empezaron con unos miles de metros cuadrados y, poco a poco, el gigante comenzó a despertar y cada vez fueron más molinos, más líneas y más hornos los que se pusieron en marcha. Decenas de puestos nuevos de trabajo se crearon. En este camino, y desde el primer día, los ceramistas buscaron la coordinación con otros sectores en lucha, como los trabajadores de la educación o los movimientos de desocupados. Y fueron por el apoyo de la población: los portones de Zanon se abrieron y entraron los secundarios, los artistas,
los organismos de derechos humanos, las organizaciones de izquierda y las comunidades mapuces. Se firmó un convenio con la Universidad del Comahue y los docentes y estudiantes profundizaron la unidad, ya no solo en las calles, sino también en el proceso productivo.
Zanon se fue haciendo cada vez más del pueblo. Ni lerdo ni perezoso, Don Luiggi Zanon reaccionó. Sabía donde buscar aliados. No por nada era amigo de Menem y los empresarios ligados a las privatizaciones de los 90 (fue parte de los compradores de Aerolíneas, dueño de una AFJP y accionista de Telefé). Grandes bancos inernacionales, como el Creddit Suisse, el Banco Mundial y otros de los paríasos fiscales de las Islas Caymán, compraban acciones de Cerámica Zanon SACIyM o le prestaban sumas de hasta 20 millones de dólares. Don Luiggi conocía, además, los pasillos y los despachos de los distintos poderes del estado provincial. Fueron los militares genocidas de la última dictadura los que le regalaron los terrenos provinciales donde levantó la fábrica. Fueron los gobiernos del MPN -los Sapag, los Salvatori y los Sobisch- los que le otorgaron todo tipo de subsidios, excenciones impositivas, créditos millonarios y, por si fuera poco, compraban parte importante de la producción.
Con todo este apoyo pidió 5 veces el desalojo de la fábrica y se presentó en un juzgado comercial de Buenos Aires para consumar el vaciamiento. No faltó, desde ya, la mano siempre dispuesta de los viejos dirigentes sindicales vendidos que no dudaron en lanzar campañas difamatorias contra los trabajadores e, incluso, organizar patotas de rompehuelgas para rodear y atacar con piedras y armas de fuego la fábrica.
Una y otra vez los desalojos y las provocaciones fueron rechazados. La fuerza otorgada por la lucha, por una política de independencia de clase; por un método asambleario, con votaciones por mayoría y minoría; la coordinación con otros trabajdores y el apoyo de la población terminaron imponiendo la administración obrera en Zanon y, después de 4 años, fue reconocida judicialmente a través de la cooperativa FaSinPat.

Una nueva amenaza 

Pero este 20 de octubre vuelve la amenaza. Ese día vence el plazo judicial para que los trabajadores y trabajadoras de Zanon administren la planta bajo la figura de la cooperativa. Los acreedores de la vieja patronal presionan para cobrar sus deudas y buscan que el juez inicie el proceso de remate de la maquinaria y las instalaciones para juntar y distribuirse la mayor cantidad de dinero posible. Siguiendo sus insitintos y alianzas de clase, decidieron no ir sobre el patrimonio personal de la familia Zanon y se lanzan sobre la gestión obrera.
Eso si, previo al remate y al desguace, la fábrica tiene que estar “libre de ocupantes”. Por eso comienza la cuenta regresiva para una nueva orden de desalojo. El cumplimiento de esa medida quedará en manos de la policía provincial y el MPN, los mismos que actuaron y gobernaban esta provincia cuando se reprimió el Cutralcazo o el corte de Arroyito. Y, aunque se obtenga una prórroga a favor de la cooperativa, esta situación volverá a plantearse en los próximos meses (cuando vuelva a vencer el plazo).

Zanon no se compra ni se vende

La única forma de evitar el desalojo y el desguace de Zanon es la expropiación. Esta medida implica que el estado provincial se apropie de la maquinaria y las instalaciones a través de una ley de la Legislatura. Esta expropiación puede hacerse sin pagar un solo centavo a quien estafó a la comunidad y los trabajadores. Sólo hace falta la decisión política de declarar la utilidad pública y la fábrica como un bien común. Pero, hasta ahora, el gobierno provincial y sus diputados dilatan el tratamiento del proyecto de ley de expropiación presentado con el apoyo de más de 90 mil firmas. La expropiación de Zanon no suena bien en medio de las negociaciones por las prórrogas petroleras para que la Repsol y las otras continúen saqueando, con “seguridad jurídica”, los recursos no renovables del subsuelo provincial.

No hay solución si se toman desiciones basadas en criterios comerciales o una transacción económica. Los caminos que pretende recorrer el gobierno, la compra de la fábrica o la negociación con los acreedores más importantes para comprarle sus títulos, solo llevan a gastar millones de pesos de las arcas públicas y benefiar con un salvataje a los poderosos acreedores de la familia Zanon. Comprar la fábrica costaría más de 205 millones de pesos. Negociar con los acreedores privilegiados solo sirve para hacerse de unos papeles que no evitan el remate de Zanon. El destino de la gestión obrera se jugaría en una subasta en la que puede participar la vieja patronal u otros empresarios buitres.
Un ejemplo de cómo responder a la crisis capitalista

La defensa de la gestión obrera y la lucha por la expropiación son una enorme bandera de los trabajadores y el pueblo. Más aún en momentos en que la economía mundial se encuentra sacudida por una enorme crisis financiera en el centro del sistema: Wall Street.
Las consecuencias sobre la “economía real” comienzan a hacerse sentir en distitnos países del planeta donde empiezan los primeros síntomas de la desaceleración y la recesión.
Las convulsiones financieras, económicas, sociales y políticas son inevitables. Las cosas no serán como venían siendo. Consientes de los alcances del proceso, los banqueros, los empresarios y los patrones se preparan para hacer pagar sus costos a los trabajadores y el pueblo. Los despidos en masa y los cierres de fábricas y empresas se multiplicarán en
el próximo periódo. La lucha de Zanon es un ejemplo de como enfrentar a los capitalistas cuando quieren descargar sus crisis sobre las espaldas de los trabajadores y el pueblo. Confiando en sus propias fuerzas, los trabajadores y trabajadoras de Zanon evitaron que la fábrica se transforme en un galpón vacío. Lograron incrementar la producción, crear más de 250 nuevos puestos de trabajo genuino y que la fábrica esté abierta a la comunidad.
Razones más que suficientes para apoyar la lucha por la expropiación y difundir este gran ejemplo ante los nubarrones que asoman en el horizonte.
Hace 7 años, cuando la crisis capitalista tocaba fondo en la Argentina, al empresario Luis Zanon se le ocurrió que sus trabajadores debían pagar los platos rotos. Los obreros ceramistas habían templado sus músculos en duras huelgas, en la recuperación de la comisión interna y el sindicato regional.
Zanon nunca imaginó que iba a recibir una respuesta que quedaría marcada para siempre en la historia del movimiento obrero.

 
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